domingo, 15 de enero de 2017

Cine etnográfico: Relato, discurso y teoría Elisenda Ardévol Parte III


‘Tensiones teóricas en el cine etnográfico’.
Robert Flaherty
El principal problema del cine etnográfico lo plantea la legitimidad de la representación audiovisual para conseguir el conocimiento antropológico, y habrá que aplicar diferentes criterios de valoración para su análisis y clasificación.
Por un lado, encontramos la etnograficidad (Karl Heider, 1976 y 2006), criterio formal que atiende a la adaptación del documento a los cánones descriptivos antropológicos (objetividad). Menos formales se muestran Rollwagen y Ruby, cuando señalan que la amplitud de aspectos fundamentales de la antropología visual (concepción de sistema cultural de estudio de los seres humanos, la perspectiva comparativa, la aproximación holística,…) para los que se requieren amplios conocimientos antropológicos, no pueden acabar reducidos a la consideración técnica de su representación. Añade Ruby que, ese proceso antropológico debe ser reconocible en la trama. Y más laxo se muestra aún David MacDougall. Para él, lo importante en el film no es necesariamente conocimiento real o científico, sino la experimentación sensible y emocional del encuentro cultural.
El problema de legitimación aparece cuando la representación deja de ser objeto de conocimiento. La producción audiovisual admite cambios que suponen modificaciones en la descripción etnográfica, con un avance hacia la subjetividad o se introducen en ella nuevos elementos tecnológicos en la investigación.
Malinowski hablaba de la complementariedad entre la observación y la participación, la comprensión cultural a través de combinar objetividad y subjetividad en la representación. Y James Clifford hablaba de la combinación de trabajo científico y rito de paso personal del antropólogo, añadiendo que gran parte del conocimiento de otras culturas se debía a la contingencia, como resultado problemático del diálogo discursivo, la traducción y la proyección.
Se plantean varias opciones; negar la legitimidad, relegarlas a meros experimentos o explotar criterios más amplios a través de una reflexión teórica. Una visión abierta del cine etnográfico nos permite estudiar su relato, analizar su discurso sobre las relaciones de alteridad y la identidad cultural, y conocer y teorizar sobre el ser humano. Es decir, saber cómo utilizamos la imagen audiovisual para construir conocimiento sobre el mundo, cómo se articula el saber y el poder en la producción de consumo y cómo legitimamos o autorizamos la producción.
En una representación debemos preguntarnos cómo y para qué la realizamos, elaborar un relato, organizar un discurso, diseñar un modelo de encuentro cultural y ver el peso de la teoría en la producción. Pero ello no significa que las producciones audiovisuales deban ser las mismas o que se sigan los mismos patrones en su ejecución. Se puede dialogar con otro tipo de producciones, siempre que se sigan unos criterios antropológicos específicos. Será el tiempo, el debate académico y la tradición la que normalice estos criterios, siempre, a través de un proceso experimental reflexivo y teórico. Ejemplo de ello lo representa la necesaria normalización de la cámara como instrumento o método para la realización de la producción audiovisual.
El diálogo interdisciplinario entre antropólogos y cineastas, sin embargo, no puede dar pie, como apuntaban Heider y Rollwagen, a que toda actuación o producción audiovisual sea lícita. La filmación debe adecuarse al quehacer etnográfico, y fundamentarse en la teoría antropológica de cada investigador. Y por otro lado, hay que destacar la importancia de introducir en la metodología etnográfica aportaciones y prácticas cinematográficas. Ello supondría el desarrollo de una sensibilidad antropológica, a través de la experimentación como elemento generador de conocimiento. 

Ardévol, E. (2008) Cine etnográfico: relato, discurso y teoría. En El medio audiovisual como herramienta de investigación social. Documentos CIDOB. Dinámicas Interculturales; 12, Pp. 31-50. Fundación CIDOB. Barcelona.


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